Nochevieja. Bataplán, la discoteca más pija de Donosti. (Y en Donosti, el concepto "pijo" cobra un sentido nuevo, como elevado al cubo). Los post-adolescentes con posibles, emperifollados hasta las entréculas, se dan cita allí para celebrar el cotillón de moda.
Pues bien, este año se dio un aviso de bomba a las 11.30 de la noche en esa discoteca. Cordón policial a uno o dos km a la redonda. Alrededor, cientos de encorbatados imberbes y sus damiselas indignadas en estado de congelación avanzado. Ellos, y otros tantos que querían (como yo) cruzar el paseo de La Concha para celebrar la nochevieja cada cual a su manera. No poder atravesar el paseo de La Concha es una putada con mayúsculas, las opciones de desvío alternativo que quedan son pocas y muy malas. En resumen: no existía bomba alguna, pero nos estropearon la noche a muchos.
Estoy segura casi en un 100% de que el gracioso que llamó dando el aviso poco tenía que ver con ETA. Probablemente, era algún crío resentido que se quedó sin entrada para la fiesta. Y es que, en Euskadi, esto es más frecuente de lo que cabría esperar.
Mis amigas iban a una ikastola abertzale radical (es sólo una manera simplista de explicarlo, pero no pienso meterme en harina) y allí era habitual que algún alumno llamara dando un aviso de bomba con el único objetivo de no tener que ir a clase y poder aprovechar los últimos rayos de sol del veranito en la playa, o de escaquearse de un examen incómodo.
Esto funcionaba así. Y parece que hemos vuelto a las andadas. Me quedo muerta al ver cómo la gente es capaz de frivolizar con ciertos asuntos.
Pues bien, este año se dio un aviso de bomba a las 11.30 de la noche en esa discoteca. Cordón policial a uno o dos km a la redonda. Alrededor, cientos de encorbatados imberbes y sus damiselas indignadas en estado de congelación avanzado. Ellos, y otros tantos que querían (como yo) cruzar el paseo de La Concha para celebrar la nochevieja cada cual a su manera. No poder atravesar el paseo de La Concha es una putada con mayúsculas, las opciones de desvío alternativo que quedan son pocas y muy malas. En resumen: no existía bomba alguna, pero nos estropearon la noche a muchos.
Estoy segura casi en un 100% de que el gracioso que llamó dando el aviso poco tenía que ver con ETA. Probablemente, era algún crío resentido que se quedó sin entrada para la fiesta. Y es que, en Euskadi, esto es más frecuente de lo que cabría esperar.
Mis amigas iban a una ikastola abertzale radical (es sólo una manera simplista de explicarlo, pero no pienso meterme en harina) y allí era habitual que algún alumno llamara dando un aviso de bomba con el único objetivo de no tener que ir a clase y poder aprovechar los últimos rayos de sol del veranito en la playa, o de escaquearse de un examen incómodo.
Esto funcionaba así. Y parece que hemos vuelto a las andadas. Me quedo muerta al ver cómo la gente es capaz de frivolizar con ciertos asuntos.
3 comentarios:
En mi colegio también había avisos de bomba con relativa frecuencia. Aunque he de decir que no me hubiera importado verlo volar por los aires, la verdad...
En mi colegio también pasaba, y por supuesto siempre eran bromas adolescentes, pero había otro tipo de terroristas que lo asaltban de noche y dejaban el esqueleto de anatomía colgado de una ventana y chorreando pintura roja... Muy gore todo.
Sí, en Maristas también pasaba. Y una amenaza de bomba en una ikastola radical ¿es creíble?
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