Esta tarde he estado en RNE3. Me he sentado delante del micrófono, me he plantado los cascos. Ha empezado el programa. Todo normal. Entrevista estándar, preguntas estándar. Todo normal. Pero entonces, ha salido a colación que me licencié en periodismo antes de lanzarme al vacío de la profesión que ahora ejerzo. Mal asunto.
El señor periodista, al escuchar esto y en un arrebato creativo, me pregunta: "¿Te gusta jugar?" Y yo: "Me encanta jugar". Él: "¿Jugamos?". Y yo: "Por favor, juguemos". Y él, por fin: "Pongamos que yo no estoy, pongamos que tú conduces el programa. Entrevista tú a Manuel y a Eduardo". Mal asunto.
La radio nunca fue mi fuerte. Para mi sorpresa, en ese momento se me ha venido a la cabeza, como un bofetón, la imagen del profesor Don A.F., director del Departamento de Radio en la Universidad (consupanselocoma). ¿Cómo se lo describiría yo sin traicionar a la verdad? Un cabrón. Sí, es bastante aproximado. Era un señor canoso que aperecía en los estudios de la facultad de cuando en cuando a sembrar el pánico. Se plantaba delante del cristal y se ponía a hacer gestos bruscos y oscilantes, que sólo eran comprensibles en su particular microcosmos, y que le hacían retroceder varios eslabones hacia el mono. Un señor-ogro que hacía que se te pusieran los ovarios de pendientes. Estaba más preocupado por su potestas que por su autoritas y, evidentemente, no recuerdo haber aprendido nada útil de él.
Por un momento, y tantos años después, hoy he mirado al cristal y les juro que lo he vuelto a ver ahí, ceño fruncido, haciéndome gestos.
El señor periodista, al escuchar esto y en un arrebato creativo, me pregunta: "¿Te gusta jugar?" Y yo: "Me encanta jugar". Él: "¿Jugamos?". Y yo: "Por favor, juguemos". Y él, por fin: "Pongamos que yo no estoy, pongamos que tú conduces el programa. Entrevista tú a Manuel y a Eduardo". Mal asunto.
La radio nunca fue mi fuerte. Para mi sorpresa, en ese momento se me ha venido a la cabeza, como un bofetón, la imagen del profesor Don A.F., director del Departamento de Radio en la Universidad (consupanselocoma). ¿Cómo se lo describiría yo sin traicionar a la verdad? Un cabrón. Sí, es bastante aproximado. Era un señor canoso que aperecía en los estudios de la facultad de cuando en cuando a sembrar el pánico. Se plantaba delante del cristal y se ponía a hacer gestos bruscos y oscilantes, que sólo eran comprensibles en su particular microcosmos, y que le hacían retroceder varios eslabones hacia el mono. Un señor-ogro que hacía que se te pusieran los ovarios de pendientes. Estaba más preocupado por su potestas que por su autoritas y, evidentemente, no recuerdo haber aprendido nada útil de él.
Por un momento, y tantos años después, hoy he mirado al cristal y les juro que lo he vuelto a ver ahí, ceño fruncido, haciéndome gestos.
7 comentarios:
Lo que más miedo daba del señor AF es que su lógica era incomprensible, por absurda... La única solución posible era la de seguirle la corriente y darle la razón como a los locos...
Eso sí, veo que la lección de la potestas y la autoritas te la aprendiste bien. :-)
A AF no hacen más que darle premios y homenajes últimamente. A mí no me dio clase, por cierto, seguramente para mi bien.
Pues en la radio estas semanas anuncian un "nuevo" libro suyo, y lo entrecomillo porque el libro en cuestión se llama algo así como Historia de la Radio en España y se acaba en el año 79, jajaja...
Es de estas personas que la vida endiosa sin que se sepa muy bien porqué. A mi endiosar a un teórico por encima de un práctico no me suele convencer mucho
Menudo elemento el señor A.F., el año pasado tuve el placer de verlo y oírlo, (que no escucharle) en una vísita relámpago que le realizó a mi compañero de trabajo H.C., antiguo profesor de la Unav también. Menudo par de dos!!
Joserra: ¿en qué radio anuncian su libro: en Radio Universidad? Ya en serio, no sabía que escucharas la Cope (¿en qué otra radio hablarían de su libro? ). Tiene una pinta gloriosa, puede que me lo compre. No espera, ¡dime que es el regalo que me has traído de Nueva York!
Rafa: Si a mí empezaran a hacerme homenajes así, sospecharía que mi vida está llegando al final de su camino.
Lo anuncian en la Cadena Ser, pero en plan cuña, no en plan comentario
Hombre, es que su vida está efectivamente llegando al final de su camino, que no es ningún chavalín.
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