viernes, 21 de diciembre de 2007

Nudos

Llego casa de una de mis "fiestas de trabajo" (¿Hasta cuándo dura esto de las fiestas de Navidad? Un poco de caridad, coño, que es Navidad). Es muy tarde. Tengo hambre. La bocatería de abajo, que no frecuento para nada, está abierta. Como tengo hambre, entro. Pido algo. Lo que haya. Sólo queda bocadillo de pollo. Me lo ponga usted. Ya mismo. Por supuesto, sí, para llevar (no me lo tomo aquí ni que me cante usted el Cara al Sol ondeando una ikurriña para amenizarme la velada). Subo a casa, con el bocadillo y una cerveza sin. Me siento en el sofá, temblando por el placer que me espera. Abro la cerveza, para dejar todos los caminos al cielo despejados. Y le hinco el diente al bocadillo.
Los caminos al cielo son inescrutables. Y, desde luego, no pasan por la Bocatería Pampa. Pollo con más nudos que el pelo de la Bruja Lola. Desenmaraño el bocadillo y decido que me paso a anoréxica. La cerveza, me la bebo. Y me tumbo. A ver si, con suerte, me duermo y me olvido un ratito de todo(s).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo menos te podías haber comido el pan, jejeje...

Hay bombones en la cocina, come los que quieras!

Anónimo dijo...

acabo de llegar y me ha gustado mucho este blog!

que fuerte lo de los condones debajo de la cama, que hijos de puta...

u_u

sti dijo...

Muchas gracias, Pixel. Cuando gustes, aquí andamos.