Ya es oficial: hay Crisis.
Hoy he ido al Starbucks, a pesar de que es un lugar que no comprendo, a por mi CafeConLecheDeSojaYhielosPorFavor de los miércoles 25. Esta vez, gracias, no me han preguntado el nombre: me han permitido mantener el anonimato. Después de cobrarme, la señorita camarera ha estirado el dedo, señalando al fondo de la barra, y me ha dicho, sin mirarme: "te lo dan ahí". Ok, perfecto. P'allá que voy.
Apoyada en la esquina de la barra, una clienta. Una chica normal y corriente. Ni alta ni baja, ni fea ni guapa, ni gorda ni flaca, sino todo lo contrario. Una chica del montón, pero de la parte de arriba del montón. Aparte de ella, nadie más en la barra. Me he colocado a su lado, como una niña obediente, a esperar mi café, mientras aprovechaba para enviar un par de sms que tenía pendientes. Ahí estaba yo, con un ojo en el móvil, y el otro en la barra, cuando uno de los camareros ha colocado un CaféConLecheConHielos encima de la barra. "¿Será el mío?", he pensado en una milésima de segundo. Pero inmediatamente, la ChicaDeLaParteDeArribaDelMontón lo ha cogido y se ha marchado con prisa. "Ah, no, no es el mío", he pensado y he vuelto a mi móvil.
Un ratito después, viendo que no había ningún cliente más en la barra, y que los camareros estaban de palique, he preguntado por mi CafeConLecheDeSojaYhielosPorFavor. "Ya te lo he puesto", me dice uno de los camareros. "Nono", respondo, "el que habéis puesto era de una chica". Los 4 camareros se giran, como coreografíados, hacia mí. "No, ése era el tuyo", me responde otro camarero. "Pero, ¿esa chica no estaba esperando un café?", pregunto flipando en colores. "Nono, esa chica no había pedido nada".
Conclusión: la ChicaDeLaParteDeArribaDelMontón me ha robado el café. Alucina, vecina. La muchacha estaba esperando en la esquina de la barra a que saliera un café, cualquier café, para llevárselo a la velocidad del rayo. ¡¡Un puto café!!
Si ésta no es la prueba empírica de que la crisis nos está comiendo a todos a bocaditos de camarón, yo ya no sé cuál puede ser.
Hoy he ido al Starbucks, a pesar de que es un lugar que no comprendo, a por mi CafeConLecheDeSojaYhielosPorFavor de los miércoles 25. Esta vez, gracias, no me han preguntado el nombre: me han permitido mantener el anonimato. Después de cobrarme, la señorita camarera ha estirado el dedo, señalando al fondo de la barra, y me ha dicho, sin mirarme: "te lo dan ahí". Ok, perfecto. P'allá que voy.
Apoyada en la esquina de la barra, una clienta. Una chica normal y corriente. Ni alta ni baja, ni fea ni guapa, ni gorda ni flaca, sino todo lo contrario. Una chica del montón, pero de la parte de arriba del montón. Aparte de ella, nadie más en la barra. Me he colocado a su lado, como una niña obediente, a esperar mi café, mientras aprovechaba para enviar un par de sms que tenía pendientes. Ahí estaba yo, con un ojo en el móvil, y el otro en la barra, cuando uno de los camareros ha colocado un CaféConLecheConHielos encima de la barra. "¿Será el mío?", he pensado en una milésima de segundo. Pero inmediatamente, la ChicaDeLaParteDeArribaDelMontón lo ha cogido y se ha marchado con prisa. "Ah, no, no es el mío", he pensado y he vuelto a mi móvil.
Un ratito después, viendo que no había ningún cliente más en la barra, y que los camareros estaban de palique, he preguntado por mi CafeConLecheDeSojaYhielosPorFavor. "Ya te lo he puesto", me dice uno de los camareros. "Nono", respondo, "el que habéis puesto era de una chica". Los 4 camareros se giran, como coreografíados, hacia mí. "No, ése era el tuyo", me responde otro camarero. "Pero, ¿esa chica no estaba esperando un café?", pregunto flipando en colores. "Nono, esa chica no había pedido nada".
Conclusión: la ChicaDeLaParteDeArribaDelMontón me ha robado el café. Alucina, vecina. La muchacha estaba esperando en la esquina de la barra a que saliera un café, cualquier café, para llevárselo a la velocidad del rayo. ¡¡Un puto café!!
Si ésta no es la prueba empírica de que la crisis nos está comiendo a todos a bocaditos de camarón, yo ya no sé cuál puede ser.