jueves, 26 de junio de 2008

LosPormenoresDeLaCrisis


Ya es oficial: hay Crisis.

Hoy he ido al Starbucks, a pesar de que es un lugar que no comprendo, a por mi CafeConLecheDeSojaYhielosPorFavor de los miércoles 25. Esta vez, gracias, no me han preguntado el nombre: me han permitido mantener el anonimato. Después de cobrarme, la señorita camarera ha estirado el dedo, señalando al fondo de la barra, y me ha dicho, sin mirarme: "te lo dan ahí". Ok, perfecto. P'allá que voy.

Apoyada en la esquina de la barra, una clienta. Una chica normal y corriente. Ni alta ni baja, ni fea ni guapa, ni gorda ni flaca, sino todo lo contrario. Una chica del montón, pero de la parte de arriba del montón. Aparte de ella, nadie más en la barra. Me he colocado a su lado, como una niña obediente, a esperar mi café, mientras aprovechaba para enviar un par de sms que tenía pendientes. Ahí estaba yo, con un ojo en el móvil, y el otro en la barra, cuando uno de los camareros ha colocado un CaféConLecheConHielos encima de la barra. "¿Será el mío?", he pensado en una milésima de segundo. Pero inmediatamente, la ChicaDeLaParteDeArribaDelMontón lo ha cogido y se ha marchado con prisa. "Ah, no, no es el mío", he pensado y he vuelto a mi móvil.

Un ratito después, viendo que no había ningún cliente más en la barra, y que los camareros estaban de palique, he preguntado por mi
CafeConLecheDeSojaYhielosPorFavor. "Ya te lo he puesto", me dice uno de los camareros. "Nono", respondo, "el que habéis puesto era de una chica". Los 4 camareros se giran, como coreografíados, hacia mí. "No, ése era el tuyo", me responde otro camarero. "Pero, ¿esa chica no estaba esperando un café?", pregunto flipando en colores. "Nono, esa chica no había pedido nada".

Conclusión: la ChicaDeLaParteDeArribaDelMontón me ha robado el café. Alucina, vecina. La muchacha estaba esperando en la esquina de la barra a que saliera un café, cualquier café, para llevárselo a la velocidad del rayo. ¡¡Un puto café!!

Si ésta no es la prueba empírica de que la crisis nos está comiendo a todos a bocaditos de camarón, yo ya no sé cuál puede ser.

lunes, 23 de junio de 2008

¿Por qué tantos seres humanos celebran las cosas haciendo ruido?

Les juro que yo no entiendo la relación que existe entre la felicidad y el sonido.

Al próximo que toque una bocina de fútbol a menos de 100 metros de mí, se la incrusto en el ano.


Me angustia darme cuenta de lo pequeño que es mi mundo.

"A fecha de hoy, hay unos 41 cadáveres en los últimos 800 metros que conducen a la cima del Everest. Casi todos en la cara norte, muchos en la misma ruta de escalada por la que pasan los alpinistas, que les han puesto nombres familiares. Uno de los más conocidos es "el saludador", a quien la muerte dejó un gesto de bienvenida. Otros cuerpos, como el de la japonesa Shiroko Ota, aún cuelgan de la cuerda que debió ayudarles en el descenso. Nadie los retira, salvo raras excepciones. La falta de oxígeno lo convierte en un verdadero problema, y pocos están dispuestos a asumir ese riesgo..."

Fogonazos

jueves, 19 de junio de 2008

InConformista



Ahora, las parejas se están separando. Uno no sabe por qué, serán energías cósmicas. Dios o uno de sus homólogos sabrán. Pero esto claramente va por rachas: de golpe, la gente se separa en masa, como si fuera un libro de Saramago.

Una amiga mía se está separando. Llora y llora desconsolada, se arrastra por el asfalto como un gusano, se retuerce de dolor contra las paredes. No entiende la vida sin él. Y yo no entiendo nada, en general. Hace años que dejaron de tener sexo, que el sexo se ha convertido en un tema tabú, en un quiste imposible de desenquistar. Su relación es pura cordialidad, compañía asegurada al llegar a casa después del trabajo, un abrazo de buenas noches.

¿Saben qué creo? Que es absolutamente inevitable que el amor se convierta en eso con el tiempo. Que la monogamia es un plato de buen gusto los primeros años, y una mentira impuesta después. Que el amor, el de verdad, no el cariño, tiene fecha de caducidad. Y que, con los tiempos que corren, muy pocos estamos dispuestos a pagar el precio que supone una vida de escaparate a costa de unas sábanas limpias.

Y, sin embargo, hay gente que lo paga. No consigo entender por qué. De verdad. Debe de ser por la seguridad, por el orden, por la tranquilidad.

Yo, discúlpenme, soy fan de la pasión, del caos y la adrenalina. Entiéndanme, no desprecio el amor tranquilo, pero siempre que siga siendo amor. No entiendo una relación de otra manera. A lo mejor es porque aún soy demasiado joven. Espero que la madurez no me haga conformista.


miércoles, 11 de junio de 2008

AnunciosPorPalabras

BUSCO NOVIO PARA COMPARTIR PISO

¿Por qué los mejores pisos son "Ideal(es) para pareja"? ¿Es sólo otra manera de decir "es demasiado caro para uno solo, pero es que no cabe más gente"?

lunes, 9 de junio de 2008

CagoEnLaPuta



Hoy me han llevado en uno de esos coches elegantes con cristales tintados, uno de ésos que parece que se inventaron para llevar sólo a políticos, de ésos que se diría que vienen con chófer de serie, de ésos en los que te sientas estirada automáticamente, y no te sale decir cagoenlaputa.
El señor conductor era un hombre encorbatado muy educado y afable. Pero sordo. El hombre estaba sordo.

Nada más poner el motor en marcha, ha empezado a sonar un pitido. Un biiip-biiip ligeramente molesto. "Vaya", le he dicho al afable conductor con la cortesía que el contexto exigía, "o usted o yo nos tenemos que poner el cinturón". "Naaa, no hace falta, señorita", me responde, "que vamos a ir despacito". El coche, que era de últimisísima generación, creo que ha entendido las palabras del conductor afable, porque se ha puesto a pitar más fuerte, más agudo, y más deprisa. Pero a él no parecía molestarle ni un poquito. A mí, en cambio, sí. Treinta segundos después, el pitido se ha duplicado en intensidad y velocidad, hasta convertirse en un biiiip contínuo corrosivo y completamente insoportable. El señor conductor afable, créanme que no les miento, no movía una ceja.

Por fin, cuando estaban a punto de sangrarme los tímpanos, el pitido se ha parado solo. "Aaaah", he pensado para mí, "que el pitido se acaba y ya está, vale, vale, ahora entiendo". PERO en ese preciso momento, me he dado cuenta de que la voz del GPS llevaba un buen rato repitiendo "Cuando pueda, gire a la derecha; en la siguiente, gire a la derecha; dé la vuelta cuando pueda". Con sutileza, he mirado de reojo el mapa en la macropantalla y me he dado cuenta de que el GPS nos estaba indicando que fuéramos en dirección contraria a nuestro destino. "Disculpe", le digo haciéndome la tonta, "¿estamos yendo a la calle Princesa, no?". El GPS seguía insistiendo
"Cuando pueda, gire a la derecha; en la siguiente, gire a la derecha; dé la vuelta cuando pueda". El afable conductor sordo me resonde con amabilidad "Sí, señorita, sí. Es que este cacharro aún tiene puesta la dirección de su casa de usted, señorita, por eso nos dice que volvamos". "Ah, claro", respondo como si tuviera sentido. En ese preciso instante, mientras me esforzaba en entender por qué no apagaba el GPS de una puta vez si no lo estaba usando, con esa voz taladrándome la cabeza, he dado un bote cuando el pitido del cinturón ha empezado a sonar otra vez. Desde el principio.

Veinte minutos de trayecto: un total de siete veces ha sonado nuestro particular hit completo de PonteElCinturón y un total de 129 veces ha repetido la voz del GPS que demos la vuelta. Todo ello, bien condimentado con un sonido de fondo de la Cope. Y al afable conductor, máximo exponente de la ignorancia de las ventajas del progreso, no se le ha movido un pelo. Ha tenido suerte, mucha suerte, de que fuéramos en uno de esos coches elegantes de cristales tintados en los que no te sale decir ¡cagoenlaputa!

martes, 3 de junio de 2008

FORmateo


Qué cosa rara es la memoria, oiga.
Dicen que el cerebro discrimina, que se olvida de las cosas que no va a necesitar y hace hueco para las cosas que sí le harán falta. Mentira. Y mentira de las gordas.
Mi memoria es de lo más caprichoso. Puede retener los ingredientes de los gusanitos, y ser incapaz de retener la cita con el ginecólogo. Me olvido del nombre de mis compañeros de trabajo, pero no me olvido de los diálogos de Dirty Dancing ("Me da miedo lo que vi, me da miedo lo que soy, pero sobre todo, tengo miedo de salir de esta habitación y no volver a sentir lo que siento estando contigo"), que ya me dirá usted para qué coño me sirven.
Hoy me he cabreado seriamente con mi memoria. Como me ha entrado un ataque de morriña, me he puesto a buscar la banda sonora de mi adolescencia: Urtz, Sorotan Bele, Hertzainak, etc. Pues bien, casi me caigo del sofá cuando me he descubierto cantando hasta la última coma de canciones que hacía más de diez años que no escuchaba. Sí. Estoy muy enfadada: nunca consigo acordarme del título del libro que estoy leyendo, y resulta que puedo recitar kilos de canciones del siglo pasado.
Quiero formatear el disco duro, oiga, ¿a qué boton hay que darle?






domingo, 1 de junio de 2008

CosasQueNo

Hay cosas que no. Definitivamente, y lo mires como lo mires, no.

Hoy, en CosasQueNo, hablaremos de esos especímenes del sexo masculino que confunden las normas básicas de la seducción.

Son muchos -de una forma preocupante son cada vez más- los especímenes del sexo masculino que, cuando van por la calle y descubren a una chica que les gusta caminando cerca de ellos, emiten
un sonido parecido a un psssssh-pssssssh susurrado (lo de "susurrado" es importante, porque lo hace nauseabundo hasta la arcada). La chica, que oye algo pero no sabe qué es ni de dónde viene, mira a su alrededor un poco confusa, hasta que se topa con la cara del especímen del sexo masculino, que suele ser siempre un circo temático de gestos obscenos y palabras aspiradas.

Yo me pregunto: ¿qué esperan conseguir estos seres humanos?
¿Piensan que la chica sacará un papel y les apuntará su número de teléfono? ¿Piensan que la chica se frotará la lengua contra el labio superior y se pellizcará los pezones? ¿En qué coño piensan estos imbéciles cuando hacen eso?