viernes, 5 de octubre de 2007

El iNjERto del BoCAteRo


El bocatero de la bocatería de abajo de mi casa. Nunca tuvimos demasiado trato, o eso pensaba yo.

El otro día, me lo topé en la puerta de su bocatería. Me sujetó del brazo y me dijo: "Che, che, Estibalís (obviamente, argentino). ¿Estibalís te llamabas, no es cierto? ¡Qué linda que estás! (obviamente, argentino) ¿No me ves nada diferente?". Yo le miraba por educación, con la llave ya metida en la cerradura del portal. Y lo cierto es que sí, algo raro tenía, pero no sabía qué era, ni me importaba. El silencio fue muy largo. Por fin, me encogí de hombros, un poco como diciendo ¿me lo dices ya, que me la suda? El tipo levantó el dedo índice, se señaló el pelo y sonrió mucho y muy horizontal. Daba miedo. Seguía sin hablar. Me estaba poniendo mala. Levanté las cejas y sonreí, en un último intento por sacarle la información menos preciada del planeta. "¡El pelo!", dijo por fin. Parpadeé, atónita. "¡Sí, el pelo! ¡Me hice un transplante con mi propio pelo! ¡Me lo sacaron de acá (se señala la nuca) y me lo injertaron acá (se señala la coronilla)! ¡Me costó una fortuna, pero este pelo ya no se cae (acompaña el comentario con un tirón de pelo)! ¿No es alucinante?". "Es definitivamente lo más alucinante que he visto en toda la semana. Adiós." Salí corriendo. Algo me decía que también se había hecho retoques en la cara y que estaba a punto de explicármelos. Eso ya sí que no lo hubiera podido soportar.

La gente te escupe su intimidad a la cara sin conocerte de nada. Mañana mismo me bajo a la bocatería y le hablo de mi primera menstruación y de los problemas que me produce tener las trompas de falopio cortas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está claro que cuando un hombre recupera su pelo, recobra también su autoestima. Mírale, recién salido de quirófano y ya ahí, de ligoteo. No le culpes, sólo estaba probando su nuevo sex-appeal

Bsis