viernes, 2 de enero de 2009

De BODAS y Otras MENTIRAS


Las bodas, especialmente las tradicionales, me parecen una farsa y un insulto a la inteligencia. La novia se compra un vestido blanco (o marfil, o crudo, o cualquier otro derivado cromático) y se planta en el altar con dos huevos, como si fuera la viva imagen de la castidad. Los invitados hacen "ooooh", aunque todos saben que cualquier rastro de himen en su vagina sería un milagro. El cura suelta su arenga, pero nadie le escucha, porque ya nadie entiende las palabras religiosas. Y, después de una hora de mentiras, ya están casados. Ale. Sólo han pasado 60 minutos, y la pareja ya se ha gastado (entre la ropa, las flores, y el cura) un montón de miles de euros. Eso, la pareja. Porque los invitados se han dejado también su buena choja en ropas, vuelos y hoteles. Y ahora, todos a zampar y beber como si mañana se acabara el mundo.

En el restaurante, otro circo. Suplicas que en la mesa te toque alguien que, por lo menos, hable el mismo idioma que tú. Aunque a veces, hubieras agradecido que fueran todos suecos, para no tener que escuchar un tópico tras otro y, menos aún, tener que corroborarlo con una sonrisa. Empiezan a desfilar platos y más platos. Tú no tienes hambre, pero siguen desfilando platos. Además, estás embutida en un vestido escotado, y no puedes relajarte demasiado sin que se marquen todas las imperfecciones de tu anatomía. Así que estás estirada, llena, aburrida y bastante borracha. En ese momento, empiezan los brindis: un baile de me levanto-me siento-me levanto-me siento que pone en serio peligro las costuras del vestido. Cuando piensas que no puede ser peor, empieza a sonar la orquesta. La música que tocan está a años luz de parecerse a cualquier canción que te interese. Suena altísimo, y con semejante follón, ya ni siquiera puedes abstraerte. De repente, alguien a quien no has visto en tu vida te agarra de brazo y tira de ti, para meterte en una fila de gente que baila.
Por si el infierno no hubiera sido suficiente, antes de marcharte, tienes que dejar un sobre con dinero. Por los gastos, se dice. Y para que los novios puedan comprase cosas para su nueva casa. ¿¿¿Pero qué nueva casa??? ¡¡Si llevan años viviendo juntos y tienen un piso mil veces mejor que el mío, en el que no falta ni un puto detalle!! Yo propongo que sean los novios los que paguen a los invitados, por todas las molestias ocasionadas.

Hoy por hoy, casarse es un chollo. No hace falta haberse privado de nada para pasar por el altar, pero sigue manteniendo todas las ventajas. Ni que decir tiene que esto se multiplica por 5.000 si eres de la familia real.


La boda la paga el Estado, o sea, ustedes y yo. Pero los invitados, que se ponen hasta el quico de caviar de esturión iraní a nuestra cuenta, le hacen regalos a los novios. No a ustedes y a mí, no: a los novios. O sea, que en este caso sí que son TODO VENTAJAS, oiga. Cuando se casó el Príncipe, lo justo hubiera sido que los invitados entregaran un sobrecito con dinero, y que ese dinero se usara para reponer todos los gastos (vestido de Pertegaz, flores en toda la ciudad, carrozas y demás parafernalia completamente inútil). Pero ya les digo yo que eso no pasó, que los invitados debieron de gastarse miles de euros en teteras de plata y otros ornamentos absurdos para la mansión real. La boda la pagamos todos, y los regalos los disfrutan ellos solos.

Definitivamente, no me gustan las bodas. Nada de nada.

6 comentarios:

Vir dijo...

Totalmente de acuerdo!!

Raúl Ciriza dijo...

Pese a que soy de la opinión contraria (a mí me encantan las bodas, me lo paso genial y he desarrollado una habilidad innata para escapar de las congas), me hace mucha gracia la rabia con la que describes los asuntos que te dan rabia.

En lo de la boda real, totalmente de acuerdo. Exijamos nuestra parte del regalo. O un rincón en la Casita del Príncipe para echar una meada. O ambas cosas.

Encantado de descubrirte, voy a repasarme las entradas anteriores.

Juan Rodríguez Millán dijo...

No soy en absoluto un fan de las bodas (no comulgo en la ceremonia y ni bebo ni bailo en las celebraciones), pero a las que voy es porque sé que a los novios les hace ilusión la fecha.

Te doy la razón en casi todo, claro. Farsa, sin duda. Hipocresía, de las más grandes que se yhan visto. Pero en realidad no deja de ser un día feliz para dos personas a las que aprecias, y eso vale mucho, porque no hay tantos de esos.

Eso sí, por las bodas de compromiso, esas a las que te invitan por no quedar mal, no paso. Voy si quieren que esté. Si no, me quedo en mi casa.

Pues aún peor que una boda real, imagínate la boda de la hija de un presidente del Gobierno en El Escorial... Andá, si eso ya ha sucedido, je, je, je... Ay, qué duro es ser ciudadano raso...

Simón de Belle dijo...

Unos amigos mios se casaron en Málaga por lo civil y el "banquete" fue en un chiringuito de playa con toallas, bocatas de calamares y mojitos! unos 20 euros por barba como mucho! eso si que mola.

Para que te relajes, que te leo/veo muy estresá:
http://vimeo.com/1914188

Feliz año chica crack!

María dijo...

No puedo estar más de acuerdo, con lo que cuesta encontrar estas opiniones...
Me alegro de dar contigo,
Saludos

Anónimo dijo...

totalmente de cuerdo, encima ni hablar cuando pagas muchísimo por regalos, para que el matrimonio después dure solo un año