No creo en el merchandising del amor.
Me molestan especialmente los vendedores ambulantes de rosas. Se plantan en tu mesa y te incrustan una flor en los orificios nasales, sin pensar que pueden estar creando una situación incómoda entre dos aspirantes a amantes. ¿Y si él no se la compra a la chica y ella lo interpreta como un desaire? ¿Y si se la compra, y ella no quiere follar con él?
¿Qué será lo siguiente? ¿Vendedores ambulantes de condones? ¿Vendedores ambulantes de anillos de compromiso?
8 comentarios:
Que razón tienes, me matan los vendedores de rosas, siempre pienso que quedo como un "agarrao" cuando mete el ramo de rosas de plasticucho entre mi acompañante y yo... además rompe la magia...
a estas alturas no creo que nadie se lo tome en serio, así que con humor e ironía yo siempre digo:
"no gracias, no nos queremos".
si lo entiende su cara será un poema, y la de tu acompañante un mapa :)
Yo soy más de usar la de "gracias, ya hemos follado". Me apunto la tuya.
Si yo saliera con alguien que esperara que le compre una rosa a cada vendedora que nos encontramos, tendría ya un motivo para ruptura fulminante...
A día de hoy el 90% de las cosas que nos rodean son merchandising del amor, música, cine, libros...
Podría ser peor.
Podrían vender consoladores.
Claro que alguna vez, supongo, para alguien eso podría de hecho ser mejor, ji ji.
¿Y por qué no se la compra la chica a él? ¿Eh?
Cuánto machismo soterrado sigue campando a sus anchas en las mentes de las mujeres liberadas.
A mí me suelen asaltar chinos con copias de deuvedés. Me acuerdo de una novia que tuve, se llamaba Ani y era peluquera de perros. Cenábamos con velitas y se nos acercó una chinita con los deuvedés y cositas luminosas parpadeantes en el pelo. Nos enseñó varias pelis sujetas con una gomilla elástica. Ani le preguntó si tenía porno. La chinita, ni corta ni perezosa, sacó de su mochililla su arsenal de porno pirata. Compramos tres por diez euros.
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