domingo, 13 de abril de 2008

Cazuelita de Rabo


El otro día tuve una cena de ésas en las que los hombres con corbata son mayoría. No sé qué importantísimos altos cargos ocupaban, pero desde luego ellos sí. Procuré no sentirme intimidada. Para marcar territorio, las corbatas son más eficaces que el pis de gato.
Nada más empezar a cenar, un compañero de trabajo, que definitivamente pierde aceite, recibió un sms y decidió compartirlo con todos nosotros. Así, para romper el hielo. Se ve que la noche anterior, durante una fiesta, se fue al baño a hacer lo que fuera (que mejor no entrar en el tema de la polivalencia de los WC, porque el día que yo abra un bar, tendrá baños para chicas, baños para chicos, y baños para vicios). Cuestión, que estaba él haciendo lo que fuera que hacía, cuando entró otro tipo en el baño. Le hizo un barrido de pies a cabeza y, cuenta mi compañero -sin pelos en la lengua- que, en menos que canta un gallo, estaba incrustado contra la pared, mirando a Murcia, con el culo en pompa y el pantalón por las rodillas.
Los hombres con corbata escuchaban confusos. Yo creo que se debatían entre el rubor y la sospecha de que les tocaba hacerse los modernos. Al fin y al cabo, estaban en un ambiente "bohemio". Yo me estaba descojonando viva por dentro, mientras le daba al jamón, y miraba de reojo al CorbataJefe, que estaba tan nervioso que se puso estrábico. Mi compañero no escatimaba en detalles, "pollón" p'arriba, "pollón" p'abajo. Por fin, cuando nos acercábamos ya al MomentoEyaculación, otra compañera lo mandó callar con mucha elegancia.
Mi gozo, en un pozo. Se hizo un silencio sepulcral.

- ¿Me pasas la cazuelita de rabo? - dije por fin.

Soy TAN fan de este tipo de situaciones.

4 comentarios:

david dijo...

Ah, el rabo de toro, qué cosa más rica y cuánto comensal, camarero, cocinero o paseante circunstancial hay dispuesto a hacer siempre el mismo chiste cuando uno lo pide para comer. Y cuántas veces tocará repetir eso de que de lo que se come se cría para que se vayan tan contentos y tan jo jo jo, en fin. Los tíos heterosexuales nos sentimos tan cómodos en el papel de imbécil que es una cosa como para empezar a preocuparse.

Y como ser obligado al corbatismo me siento algo ofendido por tu reflexión respecto a tan simpática prenda.

Aunque luego pienso que para que yo me la ponga para una cena tiene que estar casándose alguien, y yo debo ir aún por la copa número uno...

En fin, atarse al cuello un evidente símbolo fálico, no sé, de puro absurdo resulta hasta divertido. Cuando yo llego a la oficina me entretengo mirando qué corbata lleva cada uno y pensando, a ver, ¿según sus subconscientes, qué quiere confesarnos cada uno en función de la corbata que traen hoy?

Claro que si viese las mías una serían un homenaje a mis años de abstemio sexual, otra sugeriría ladillas, otra un pinball, otra una partida de damas con garbanzos rojos, otra que soy un alienígena y en fin, hay dos más, pero esas sólo me las pongo para pintarme de bandera anarquista, cuando se pone el mundo muy plasta.

Qué chapa teóricocorbatil para las horas que son.

Anónimo dijo...

Jajajaja... Unos con las corbatas, el otro contando historias de Casual Sex, la otra con el rabo de toro... Mis comidas son mucho más aburridas!

RALZ dijo...

jaja.. con lo del rabo lo remataste!!
Superafavor de los baños para vicios! nos evitaríamos muchas sorpresas, sobre todo los tíos, vosotras no tengo ni idea.

*V* dijo...

Pues yo creo que mejorasteis con creces el evento porque las comidas/cenas/varios con señores del tipo corbata suelen ser aburridas, desagradables e incomodas.
Y lo del rabo de toro...jajajajaj....que gran comentario!
besos