jueves, 31 de mayo de 2007

BICHO BOLA




Ayer vinieron Miren y Gorka a cenar a casa.
Después de zamparnos todo el paté, todo el jamón, el salmón ahumado, la ensalada de tomate con su aguacate y una barra entera de pan -ole ole y ole el "Plan Echegui" a la mierda- nos vimos todos los cortos del mundo todas las pelis del mundo.
De repente, eran las 6 de la mañana. Las6DeLaMañana. Y ahí es cuando Gorka dijo Que me comería yo un pincho de tortilla así de grande. Saltó la liebre. Miren se puso de pie como con un resorte. ¡Voy a hacer una tortilla de patatas que se va a cagar la culebra! Gorka y yo dando palmas y bailando alrededor de la mesa. Pero lo peor estaba por venir.
Después de zamparnos la tortilla -entera, por supuesto- nos quedamos fritos en el acto, y en las siguientes posiciones: Miren y Gorka, en el sofá. Yo, en un puf.
Cuando abrí los ojos, con el cuello con más contracturas que robocop, sólo eran las 7 de la mañana. Miren dormía todo lo larga que es en el sofá. Gorka se había metido en la cama. ¿Y yo? ¿Dónde coño iba a dormir YO? En mi humilde hogar no hay más superficies horizontales. Se me pusieron los ojos como platos de golpe.
No puedo explicar todas las cosas que me pasaron por la cabeza en ese rato. De todo, y todo malo.
Tiré una manta en el suelo, intenté dormir, pero nada. A punto estuve de calzarme unas zapatillas y lanzarme a la calle a correr, para no comerme la cabeza, pero me faltaron fuerzas. Luego pensé en irme a casa de Antonio, que aún conservo las llaves, y dormir en su sofá. Pero pensé que podía morirse de un infarto al levantarse y encontrarse un cuerpo durmiente en su salón. Puse una peli, bien bajito, que mi casa no tiene puertas y no quería molestar, pero no me podía concentrar. Sólo sentía pena de mí misma, una pena enorme de verme ahí tirada en el suelo, y me entraron ganas de ponerme a llorar. Qué asco. Con lo que odio la autocompasión.
Pero la madrugada es lo que tiene, que te confunde, te vuelve loca, te trae a la cabeza las ideas más retorcidas y te convence de que son Verdad. Y te acojonas. Te haces pequeña, te acurrucas y te haces bicho-bola.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Valoro demasiado dormir y mi cama, así que entiendo perfectamente lo feo que debe ser no tener espacio en tu propia casa donde acostarte.
Y si, los momentos "bicho bola" no son gratos. Tanto replanteo, cuestionamiento, incertidumbre, nada bueno surge de eso...
lo unico que puedo decirte que nos pasa a todos, todos somos en algún momento un gran bicho bola.
Que asco.....
Besosss

Anónimo dijo...

Haber venido a nuestra casa, bicho bola.

Joserra dijo...

Sí, la madrugada es un horror, es como que los problemas se acrecientan y se multiplican por mil, se ve todo como raro y difícil, no se... una caca

Anónimo dijo...

Anda que... mira que robarte la cama... Si me hacen eso yo le despierto y le echo a dormir al suelo...

Anónimo dijo...

La madrugada es extraña. Yo, una vez que me desperté mucho antes de tiempo e incapaz de vovler a dormirme, terminé metiéndome en la bañera a darme un largo baño.

Y haberme llamado, no hubiera pasado nada! :-)

Anónimo dijo...

Qué vas a contarme de las madrugadas que no sepa.
Te aseguro que no recuerdo cómo he llegado hasta aquí, pero, chica, menudo hallazgo. Cómo me gusta tu blog (pinturas incluidas).

Besos orgiásticos.