La historia que sigue es bastante antigua. Me pasó hará más de 4 años. Podría mentirles, fingir que me ha pasado esta misma mañana. Al fin y al cabo, es una de esas historias atemporales que se ven todos los días en todos los mercados del país, probablemente del mundo.
Fui a la charcutería, a comprar un cuarto de kilo de pavo en lonchas finas. Delante de mí estaba un anciana menuda, muy frágil, de ésas a las que instintivamente uno quiere ayudar a llevar las bolsas (aunque luego no se atreva a ofrecerse a hacerlo, pero ése ya es otro tema).
La mujer pidió jamon de york, con un hilillo de voz casi imperceptible. El charcutero, un hombre MuyGuaySociableDeLaVida, le sugirió a la anciana que se llevara también una ristra de chistorra. "Está deliciosa, ya verá, y la tengo en oferta". La anciana respondió que no. "Es que tiene mucha grasa, y a mí no me hace bien". El charcutero hizo oídos sordos, y siguió con su arenga pro-chistorra. "Está buenísima, ya verá, y ésta no tiene nada de grasa". ¿Chistorra sin grasa? ¿Pero eso es posible? ¿No sería como tortilla sin huevos? La anciana seguía rechazando la oferta del charcutero MuyGuaySociableDeLaVida. "Muchas gracias hijo, pero yo no puedo tomar grasa". Estaba claro que el charcutero necesitaba colocar sus chistorras como fuera, y mientras cortaba el jamon york, siguió peleándolo. "¿Pero qué tontería es ésa? Es muy fácil, mujer. La pone en un plato, la mete en el microondas, y toda la grasa se queda en el plato". ¿Pero no habíamos quedado en que su chistorra era mágica y no tenía grasa? "De verdad que no, majo, muchas gracias".
A esta altura de la conversación, el charcutero ya había acabado de envolver el jamón de york. "¿Le pongo alguna cosita más?". La anciana respondió que no y el charcutero metió el paquetito en una bolsa de plástico. A continuación, y para mi más absoluto asombro, cogió un ristra de chistorra y se la metió también en la bolsa, sin parar de hablar. "Y le voy a poner también la chistorrita, ¿eh?, y ya me contará lo rica que está". La anciana, sin fuerzas ya para seguir negándose, sacó la cartera y acabó pagando el jamón y la chistorra de las narices. Y se marchó.
Yo, enfadadísima como estaba con el charcutero MuyGuaySociableDeLaVida, pero sobre todo conmigo misma por no haber hecho nada, hice lo único que estaba ya en mis manos. Marcharme, sin comprarle el cuarto de kilo de pavo en lonchas finas. Ya lo sé: una mierda de microvenganza, pero cada uno hace lo que puede.
Fui a la charcutería, a comprar un cuarto de kilo de pavo en lonchas finas. Delante de mí estaba un anciana menuda, muy frágil, de ésas a las que instintivamente uno quiere ayudar a llevar las bolsas (aunque luego no se atreva a ofrecerse a hacerlo, pero ése ya es otro tema).
La mujer pidió jamon de york, con un hilillo de voz casi imperceptible. El charcutero, un hombre MuyGuaySociableDeLaVida, le sugirió a la anciana que se llevara también una ristra de chistorra. "Está deliciosa, ya verá, y la tengo en oferta". La anciana respondió que no. "Es que tiene mucha grasa, y a mí no me hace bien". El charcutero hizo oídos sordos, y siguió con su arenga pro-chistorra. "Está buenísima, ya verá, y ésta no tiene nada de grasa". ¿Chistorra sin grasa? ¿Pero eso es posible? ¿No sería como tortilla sin huevos? La anciana seguía rechazando la oferta del charcutero MuyGuaySociableDeLaVida. "Muchas gracias hijo, pero yo no puedo tomar grasa". Estaba claro que el charcutero necesitaba colocar sus chistorras como fuera, y mientras cortaba el jamon york, siguió peleándolo. "¿Pero qué tontería es ésa? Es muy fácil, mujer. La pone en un plato, la mete en el microondas, y toda la grasa se queda en el plato". ¿Pero no habíamos quedado en que su chistorra era mágica y no tenía grasa? "De verdad que no, majo, muchas gracias".
A esta altura de la conversación, el charcutero ya había acabado de envolver el jamón de york. "¿Le pongo alguna cosita más?". La anciana respondió que no y el charcutero metió el paquetito en una bolsa de plástico. A continuación, y para mi más absoluto asombro, cogió un ristra de chistorra y se la metió también en la bolsa, sin parar de hablar. "Y le voy a poner también la chistorrita, ¿eh?, y ya me contará lo rica que está". La anciana, sin fuerzas ya para seguir negándose, sacó la cartera y acabó pagando el jamón y la chistorra de las narices. Y se marchó.
Yo, enfadadísima como estaba con el charcutero MuyGuaySociableDeLaVida, pero sobre todo conmigo misma por no haber hecho nada, hice lo único que estaba ya en mis manos. Marcharme, sin comprarle el cuarto de kilo de pavo en lonchas finas. Ya lo sé: una mierda de microvenganza, pero cada uno hace lo que puede.
4 comentarios:
Pues yo al MuyGuaySociableDeLaVida le metía la chistorra por MuyGuayLaChistorraPorElPiiiip.
muack
Odio a los charcuteros en general y a los que te intentan colar carne picada de hace dos semanas en bandejitas de gomaespuma en particular.
Me ha entrado hambre. Mucho tiempo sin comer chistorrica.
¿quemar la charcutería no? jo
mucho abusón suelto, y no se dan cuenta de que espantan a los clientes, pan para hoy y hambre para mañana
bs
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