sábado, 29 de noviembre de 2008

MALDITOS TAXIStas


Los taxis son un servicio público. De toda la vida de Dios.

* Servicio Público: Actividad llevada a cabo por la Administración o, bajo un cierto control y regulación de ésta, por una organización, especializada o no, y destinada a satisfacer necesidades de la colectividad. (RAE)

Entonces, si partimos de esta premisa, ¿ALGUIEN ME PUEDE EXPLICAR POR QUÉ LOS TAXISTAS NOS VUELVEN LOCOS A LOS CIUDADANOS CON SUS ABSURDAS NORMAS INTERNAS (que nadie más que ellos conocen ni entienden) QUE CONVIERTEN SU ACTIVIDAD EN TODO LO CONTRARIO A UN SERVICIO, Y QUE HACE QUE SEAMOS NOSOTROS QUIENES ESTEMOS AL SERVICIO DE ELLOS?

Como muestra vale un botón (o dos):

1) Estación de Atocha. Llegas agotada, de madrugada, después de un viaje largo. Vas la parada de taxis. Allí esperan 30 ó 40 coches, y otros tantos clientes. En principio, no debería ser tan complicado colocar a cada cliente en un taxi. Con haber visto un par de capítulos de Barrio Sésamo debería bastar. Pues no.
Cuando te acercas con tu maleta de 20 kilos y otras tres bolsas enormes hasta el taxi más cercano, el señor taxista abre el maletero. Pero, simultáneamente, otros 4 ó 5 taxistas empiezan a gritar y a señalar otro(s) coche(s). Parece que ÉSE no es el taxi en el que te tienes que montar. Entonces, mueves como puedes el maletón y las bolsas y tratas de seguir las indicaciones de los otros taxistas. Pero resultan ser contradictorias. Y te pones a dar vueltas sobre ti misma, como si fueras RainMan, y entras en cortocircuito. Es muy tarde, estás muy cansada y sobre todo, HAY OTROS 30 CLIENTES en la cola. Hay clientes para todos, señores taxistas de los cojones.

2) Puerta del Sol. Mediodía. Voy cargada hasta los dientes de bolsas. Tengo quince minutos para llegar hasta mi casa, descargar, ducharme, comer algo y volver a salir. Levanto el brazo y paro un taxi. Me monto. De la nada, aparece un señor que se tira contra el capó del coche. Pienso que es un suicida. La crisis no perdona. Pero no. Atención. Es un taxista. Se ve que al otro lado de la plaza hay una parada de taxis, y las normas internas del gremio prohiben cargar clientes a menos de x metros de las paradas. Los ojos se me salen de las órbitas. No olviden que estoy DENTRO del taxi, y mis bolsas ya están DENTRO del maletero. Y sobre todo: no tengo tiempo. Pero el taxista suicida no se mueve del capó hasta que no me baje. Mi taxista asegura que es nuevo y que no conocía esa norma. Con un cabreo inenarrable, me bajo del coche y saco mis bolsas. Y me arrastro hasta la parada de los cojones.


martes, 25 de noviembre de 2008

Pis de Yonqui

Querido Sr. Yonqui,

Lamentablemente, no tengo aún el gusto de conocer su cara. Si la conociera, le estaría diciendo estas palabras
de viva voz. Es por eso que me dirijo a usted a través de esta carta que, siendo franca, no tengo demasiadas esperanzas de que vaya a leer. Entiendo que tiene usted otras ocupaciones difíciles de compatibilizar con casi todo. Pero, con suerte, espero que en algún momento de lucidez usted vislumbrará este papel pegado con celo en esta esquina a la que le ha tomado tanto afecto.

Verá, yo vivo justo encima de la esquina en cuestión. Me mudé hace pocas semanas, con la ilusión propia de quien arranca una nueva vida. Pero no tardé mucho tiempo en darme cuenta de que había un problema en el barrio. Usted.

No me malinterprete, no tengo ningún prejuicio con sus actividades intravenosas. Cada cual es muy libre de hacer con su sangre lo que le venga en gana. Soy de los que piensan que la calidad humana y la altura moral de una persona son completamente independientes de sus adicciones. Que sea usted un yonqui no impide que sea usted un ser humano bello y generoso, a la par que inteligente y sensible. Y, precisamente, apelo a su sensibilidad cuando le ruego que deje usted de orinar de forma reiterada en la esquina de mi portal.

Supongo que debe de existir algún motivo que le empuje a usted a elegir mi portal, y no otros. En este sentido, quería darle las gracias por habernos elegido. Es un portal elegante, pero nada pretencioso, con colorido y armonía. Yo también lo elegí por eso. Pero confío en que entenderá que su reiterada actividad urinaria no contribuye en absoluto a mantenerlo en condiciones. El hedor que emana ya es incompatible con la respiración. Además empieza a teñirse de amarillo oscuro la esquina a la que usted le ha tomado tanto cariño.

Es por esto que, después de habernos reunido los vecinos y haber realizado las votaciones pertinentes, hemos decidido por mayoría absoluta comprarle a usted un orinal. No tiene más que entrar en el portal y pedírselo a Jacinto, el portero, que se lo entregará de mil amores.

Sin intención de robarle ni un poco más de su precioso tiempo de yonqui, le saluda, etc.

lunes, 17 de noviembre de 2008

JUGUETES ROTOS

Me da miedito ver cómo muchos blogs se van abandonando. Algunos se cierran con mensajes de despedida, otros no. Pero ahí quedan, olvidados.
Es inquietante. Internet se está convirtiendo en un macro-cementerio de blogs.

SONRÍA, POR FAVOR


Mientras el gato remueve la arena, con ese ruidito que toca un poco los huevos a veces, yo entro en trance y me pongo a pensar en los matones tumbada en mi sofá. Porque hay un montón de matones sueltos que, para colmo, cobran sueldos a final de mes. Algunos llevan placa y uniforme; otros sólo llevan uniforme, y otros no llevan nada. Me preocupa. Uno no sabe dentro de qué cuerpo hay encerrado un matón.

Vigile sus espaldas y, sobre todo, sonría a los desconocidos. A todos. Siempre.

lunes, 10 de noviembre de 2008

HOY EN LAS PERLAS DE LEKUONA PRESENTAMOS:

Con motivo de la inauguración de esta sección, hoy incluiremos un breve prólogo explicativo para que todos puedan comprender la magnitud de las sandeces que aquí se publicarán.

PRÓLOGO EXPLICATIVO: J.A. Lekuona fue corresponsal en Irún para un periódico que ya no existe, que se llamaba La Voz de España. También trabajó en Radio Irún. Era (es) un hombre con un sentido de la lógica muy personal (y poco transferible) y una torpeza pasmosa en el arte de combinar las palabras. En esta sección haremos un viaje por sus inolvidables meteduras de pata.

"El cadáver presentaba heridas, al parecer mortales".


lunes, 3 de noviembre de 2008

Si fuera libre, sería justa.

En días como éste, cogería un objeto contundente y me lanzaría a la calle a agitarlo y a bramar cosas inconexas. Le dedicaría, qué sé yo, un par de horas a esta actividad. Luego, si la Policía no me hubiera detenido, volvería a casa mucho más relajada y me daría un baño de sales. Y ya, con esa paz que sólo las personas libres conocen, haría esa llamada que tengo pendiente. Para insultar nada más que lo justo, sin excederme.
Qué quieren que les diga, valoro mucho la justicia.